Árboles añosos y una calle amplia y silenciosa… Las gaviotas… ¿cercanas…? Rivière des Outaouais… Un río grande, sólo un brazo del río… Garzas migratorias…, et canards… La mémoire a des racines qui poursuivent… Y aun, memorias ancianas, con raíces más profundas… en ella también hay ríos: el Río Ñuble, adolescentes que nadan contra corriente…, sauces en la rivera…, árboles y aves migratorias… Aves que no buscaron otros parajes…, volaron escapando del cazador…
Un brazo de mar pretendiendo engañarnos…, el Canal de la
Mancha a mis espaldas… Asciendo trabajosamente la cuesta hasta llegar a Queens
Park. ¿Dos años de ausencia? Again the seagulls, they close; ducks and geese…
Libres de Malls y de
ostentosas Galerías Comerciales, recorremos con Begoña, calles de pequeñas tiendas, casi de carácter artesanal…
De pronto me siento contento de que mi oficio haya sido el
arte, el arte del actor, pese a que en mi país los actores ya no tienen los ecos de antaño. Quizás porque soy actor cada día me cuesta
más diferenciarme de los animales, y de los árboles y aves diversas...
Tomados de la mano recorremos plácidamente con mi mujer las
callejuelas del centro de Brighton…
Es probable que muchos de los personajes que he interpretado
y actuado, sin darme cuenta, hayan tenido algunos tal vez esencia de hojas,
otros de agua, de nieve; también de escarabajos, quizás otros, de pumas
hambrientos. Cada día ignoro aún más los misteriosos caminos que me han llevado
a concretar mi imaginación de actor de ésta o de aquella manera. En toda mi vida he
observado tanto al Hombre como a la Naturaleza animal y vegetal, reflexionando de acuerdo a mi capacidad, y hoy no puedo
decir quién me ha inducido a tentar mis diversas actuaciones.
No me basta pensar que soy un ser racional respecto de esa
ardilla que lejos de temerme, se ha detenido ayer desvergonzadamente, casi
interrumpiendo mi tránsito, esperando tal vez
alguna migaja de pan o nuez… Es su mirada, su mirada inquisitiva,
exigente, la que hizo meterme la mano al bolsillo sin encontrar nada que le
satisficiera… Una mirada similar la tengo en mi memoria, desde hace muchos
años, en Santiago de Chile: un niño harapiento de ojos negros estirando su
manita. ¡Mierda!
La mañana está brillante, con el sol reflejándose a lo lejos
en el Canal, mientras atravesamos un pequeño parque que rodea el Palacio The
Dome, aquí en Brighton. “Para el gusto se hicieron los colores”, comenta mi
mujer, mirando las variadas y hermosas flores de los jardines. “Sí, para el
gusto de la Luz”, me digo, pensando en que tal vez la Luz hizo los colores para
su propio placer…