miércoles, 1 de enero de 2014

LOS SUEÑOS DE MI PADRE





Si mi padre supiera que he sobrevivido al 2014, pensaría que vivo en Marte o en algún exoplaneta.

Él tenía mucha curiosidad e ilusión por la llegada del año 2000. No alcanzó a cruzar esa frontera.

El comienzo del segundo milenio mi padre lo imaginaba como un salto cultural de la humanidad: “el Hombre será diferente en el 2000. Habrá cambiado el sentido de su vida. No existirán los países, se habrá terminado la pobreza… Nadie pagará dinero para trasladarse de un lugar a otro, sea dentro de las ciudades o lugares lejanos. El hombre pensará: necesito o me gustaría ir a tal lugar…y… ¡zaz!, allí aparecerá. La energía de su pensamiento será el medio de transporte…”

Ficción, ciencia ficción que los niños de provincia escuchábamos extasiados a la orilla del brasero: sueños de los hombres de bien que primero canalizaron los brujos y sacerdotes de la tribu, y posteriormente…, para qué seguir…

Mi padre soñó un Siglo XXI fantasioso, liberador, como tantos escritores, poetas, artistas y aun científicos…

Y resulta que entrando ahora al 2014 -  prácticamente una década y media del S. XXI -, excluyendo a mi familia, amigos y miles de personas de bien – aunque dispersas por el momento – no veo nada de lo que soñaba mi padre.

Me da pudor desilusionarlo. Él, alcanzó a ver que la perrita Layca, Gagarin y Amstrong - “precursores de la nueva humanidad”, según él -, comenzaban a hacer realidad sus fantasías.

Pero está a la vista que esos “adelantados” no lograron evitar que el S. XXI naciera contaminado con el S. XX.

Sin embargo, pese a todo, y como siento que los sueños de mi padre y de tantos otros merecen convertirse en realidad, seguiré echando mi granito de arena a toda causa que se encamine hacia las utopías paternas.

Después de todo, provengo de los tiempos en que los campesinos detenían sus labores para saludar el paso de los trenes de pasajeros…


Soy de los tiempos en que luego de abrazar a mi familia la noche de Año Nuevo, salía corriendo por las calles de mi ciudad para abrazar a todos quienes se cruzaban en mi camino, porque todos aquellos habían salido de casa con el mismo objetivo: un momento de emocionante fraternidad humana inolvidable…