martes, 31 de mayo de 2011

RAPIDITO Y MATIZADO

Stéphane Hessel




Un chiquillo de 94 años de edad, Stéphane Hessel, al parecer ha encendido la mecha de la indignación por los cuatro puntos cardinales de éste, nuestro globo azul.
Especuladores financieros; empresarios; gobiernos; políticos y sus partidos – sistémicos y asistémicos -, instituciones beneméritas y “deméritas”, etc., etc., están mirando desde detrás de los visillos, sintiendo escalofríos a ratos con las acciones masivas que están reclamando una verdadera democracia, un mínimo de equidad social, el respeto real a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
“INDIGNEZ-VOUS” (INDIGNAOS), se titula el librillo de sólo 30 páginas con el cual este mocoso, Stéphane, de 94 años, ha sacudido nuestra conciencia crítica.

La gracia de Hessel, es que en esas breves páginas no nos dice nada que no sepamos. Este cabro, no tiene la menor intención de sorprendernos con novedades sociológicas, ideológicas y/o económicas. Simplemente nos recuerda que tenemos - al menos - el sagrado derecho de indignarnos ante la indignidad con que nos tiene viviendo la ambición desmedida de los poderes fácticos.
Y el poder de su invitación a indignarnos, consiste en eso, en su sencillez, como toda verdad.

La explotación desmesurada, el desempleo, la frustración de la juventud – parte de ella distraída en fantasías hedonistas –, obreros y empleados, etc., se han echado a las calles en cantidades y decisión, inesperadas.
Sin partido, sin ideología precisa, para muchos, estas protestas no pasarán de ser llamaradas de paja que ni siquiera necesitarán agua para extinguirse.
Sin embargo, como día tras día, individualmente y en conjunto, vamos perdiendo nuestros derechos humanos; nuestros derechos ciudadanos; nuestros derechos a una vida digna, nuestros derechos a un futuro para nuestros hijos, nuestros derechos vitales de defender nuestro planeta, nadie puede aseverar que este movimiento masivo no sea el preámbulo de un cambio en la correlación de fuerzas entre el poder y los dominados. Nadie puede asegurar que estas manifestaciones no sean la punta del iceberg de algo que está acumulándose más al fondo que nuestra propia conciencia.

No es fácil hoy día mantener la indignación cuando nos tienen convencidos que “el sentido de la vida consiste en hacer dinero”. Pero tampoco es difícil darnos cuenta que pese a todo, existe el potencial de resistencia.
No está lejano el día en que los políticos no serán otra cosa que vedettes de la entretención, y aun los empresarios productores de bienes, una especie en extinción, devorados ambos por la especulación financiera, Minotauro del siglo XXI.
¿Serán los genes de Teseo, que saliendo de las páginas de Hessel, recorren hoy las calles del mundo, preparando sus músculos para el enfrentamiento final?

sábado, 14 de mayo de 2011

HABLEMOS DE CINE

Rita



Mientras las circunstancias nacionales e internacionales se ponen cada día más densas, advirtiéndonos fehacientemente que todos vamos montados en un tobogán, sin capacidad por el momento para detener el deslizamiento, me he implicado en un par de proyectos cinematográficos, ambos en ciernes.
Y esto, me hace hablar hoy de cine. Tema, que a pesar de ser mi trabajo, poco o nada hablo de él en estas crónicas.

Pero en fin, metido ya en el tema, agrego que a propósito de uno de esos proyectos cinematográficos en ciernes, desde hace algunos días estoy viendo diversos films del “Cine Negro” (o film noir). Género cinematográfico, que como sabemos, se generó en Francia y Estados Unidos entre 1940-50.
Sobre sus orígenes y estética se ha hablado y escrito muchísimo. Bástenos decir por ahora, que el expresionismo alemán tiene mucho que ver en ello. Y por otra parte, no es fácil – excepto por su estilización visual – diferenciar el cine negro del cine de gánster o del cine social de los años aludidos.
Pero en fin. Muchos realizadores le han dado continuidad de manera intermitente a dicho género hasta nuestros días. Sin embargo no son de estos últimos los que he estado visionando, sino de los clásicos.
Para mí, volver a encontrarme en estos días con los “clásicos del cine negro”, aquellos que se produjeron entre 1940 y 50, ha sido como regresar a la matinée en el cine de mi ciudad natal, Chillán.


Vivien


En 1950, yo vivía a una cuadra del Cine O´Higgins, un cine construido en madera, construcción típica de los años inmediatamente posteriores al terremoto que había asolado mi ciudad en 1939.
No me era fácil en aquellos años conseguir ante mis padres el dinero para comprar la entrada – el ticket -, y mucho menos el dinero para comprar una bebida o un chocolate en el intermedio (en aquellos años existía el intermedio, una pausa, entre el capítulo de la serial de “Flash Gordon” o “El Zorro”, y la película).
Así y todo, entre llantos y mentiras -“Es una película educativa que nos han recomendado en la escuela, mamá” -, logré ver varias de aquellas recias películas de hombres o mujeres perseguidos por algún sino fatal. Sin embargo, en aquel tiempo no tuve la edad – sólo para mayores, 21 años - para ver, por ejemplo, “Que el cielo la juzgue” (“Leave her to heaven”, de John M. Stahl).

Hoy, tranquilo en el salón de mi casa - aunque lamentando no desear una Bilz o un chocolate -, vuelvo a ver los autos de mi infancia, maravillosas máquinas singulares unas de otras, sin la uniformidad de las actuales. Y puedo ver también un Estados Unidos, sus ciudades, más al alcance de nuestras aspiraciones, con algunos rascacielos eso sí, de New York o Chicago, que daban cuenta del poderío económico de ese país, pero al mismo tiempo nos develaban las desigualdades sociales, que eran el caldo de cultivo de los sueños legítimos e ilegítimos de los personajes del “cinéma noir”.

Ava


Este cine, tiene un agradable sabor retro – un valor agregado, como se dice hoy – que es aportado por el blanco y negro de las cintas, sabor que se hace aún más evidente debido a que gran parte de las producciones cinematográficas de los años 40-50, se hacían al interior de los Estudios.
Ya podía suceder la acción en el Gran Cañón del Colorado, o zozobrando en alta mar, o aun en las plácidas playas de Hawai con una inmensa luna reflejada en las suaves olas marinas, que los equipos técnicos ni los actores habían salido siquiera a tomar aire fuera del Estudio.
(Muy distinto al cine artesanal - a veces semi industrial - en el que me he desarrollado, en dos de cuyos rodajes he estado a punto de perder la vida).

En el cine industrial de Hollywood de los años mencionados, las carreras de autos, caballos, explosiones, aviones accidentados, etc., etc., todo sucedía al interior de unos 60 metros cuadrados.
Como decía aquel viejo amigo del padre de un amigo mío: “¡Yo no voy al biógrafo, porque todo es mentira, coño! ¡El que muere, el que es feliz! ¡Mentira, joder! ¡Mentira!
Y sin embargo, viendo hoy esos films del cine negro, ¡qué de verdades encierran! Y qué estética tan bien definida contienen, sobre todos los buenos films del género. Porque hay de todo, claro, de todo, incluso de aquellos films que hoy nos provocan una sonrisa en vez de sorprendernos o entristecernos. Pero aun los peores, mantienen una narrativa entretenida.

Los films más legítimos del género, nos deparan el placer de una buena historia, con sus personajes, una galería genial de prototipos de los diferentes medios sociales. En este sentido, hasta se podría decir que el cine negro es un cine costumbrista, si no fuera por la intencionalidad de su estética: los claroscuros, las sombras proyectadas sobre el muro; a veces, la leve deformación de la imagen; el punto de vista de la cámara; otras, las acciones paralelas; el ritmo y timing de las secuencias, expresiones todas que crean un lenguaje que logra dimensionar la historia y sus personajes más allá del momento inmediato de la acción.

Marlene


Coincido con la opinión de los que dicen que el cine negro, proponiéndoselo o no, contiene un alto contenido social, casi de análisis político de una sociedad – la estadunidense – en un momento histórico específico. Sí, dichos contenidos son innegables. Pero son sus valores estético-expresivos lo que hoy nos deleitan.

El buen cine negro trasciende su época. Tal vez, porque el sino fatal que suele perseguir a sus personajes, las ilusiones o sueños que éstos suelen tener – legítimos y/o ilegítimos - , no se expresa tanto en los diálogos duros, descarnados, sino en su discurso estético, en el todo. De éste se desprende el hálito humano trascendente que envuelve la historia y sus personajes.
Es éste, el que hoy me procura aún más placer que ayer, viendo un buen film del cine negro.

jueves, 5 de mayo de 2011

¡ABRAN PUERTAS Y VENTANAS!


Sísifo




Si por casualidad ustedes están en un lugar cerrado, y leen o ven las declaraciones de los personeros del gobierno de los Estados Unidos, “explicando” por qué no mostrarán las fotos de Bin Laden, les recomiendo que abran puertas y ventanas. Porque el hedor que despiden esas declaraciones es insoportable. Abran puertas y ventanas si aún les queda un poco de pundonor, y si aún no les paraliza la vergüenza ajena.
Y guarden un minuto de silencio, por el pobre desgraciado inocente que mataron para hacer el montaje del tiroteo. Aunque cabe la posibilidad que el dicho terrorista no sea más que un simple muñeco de trapo.

Bin Laden murió hace por lo menos 10 años, bajo el silencio cómplice, conveniente para ambas partes.
Si ante tanto hedor usted decide que ha llegado el momento de dedicarse a ser corrupto o derechamente a ser delincuente, allá usted.
Yo prefiero salir a un espacio abierto, y escuchar el primer movimiento de la sonata en Sí Menor de J.S. Bach…

lunes, 2 de mayo de 2011

PIDO POR ABAJO


de Otto Dix, les joueours de Skat

En los diferentes juegos del cubilete con los 5 dados, hay un juego que en mi país se llama “Dudo”. Es un juego muy entretenido que fluctúa entre la verdad y la mentira. Muchos jugadores, desconfiando de su suerte, antes de levantar el cubilete y ver su resultado, dicen: “Pido por abajo”. Como se sabe los valores de los dados, cambian entre sus caras contrarias.


Para mí, como simple consumidor y “recurso humano”, hace años que las fuerzas que deciden en este mundo, me tienen jugando al Dudo. Como norma, ante cualquier información de los medios oficiales u oficiosos, “pido por abajo”.


¿Los diarios o la TV intentan venderme una lavadora como la mejor y más barata del mercado? Pido por abajo. ¿Me informan que tal o cual político defiende mis intereses de ciudadano en el parlamento? Pido por abajo. ¿En España han prohibido la participación democrática en las elecciones de un grupo de izquierda, porque supuestamente tiene vínculos con ETA? Pido por abajo. ¿O que tal vez la OTAN y los EEUU defienden mis intereses de “Consumidor” y “Recurso Humano”, invadiendo o matando gente allende los mares? Pido por abajo. ¿O que han matado a Bin Laden, sin juicio, sin proceso, así nomás, al estilo mafia? Además, ¿diciéndome que, antes que cante un gallo, lo han tirado al mar? Pido por abajo.


Señores, que tengo la edad que tengo: “¡Pido por abajo!”. Yo nunca he estado de acuerdo con las acciones terroristas, vengan de donde vengan. Eso está claro. Pero tampoco estaré de acuerdo con el atropello a la soberanía de los pueblos. Ni siquiera me hubiera gustado que alguna fuerza extranjera nos hubiera librado de Pinochet. Como también me pareció intolerable que ese ladrón de siete suelas nos fuera impuesto y defendido, precisamente por fuerzas extranjeras.


¡Qué parecidas son las vidas de un animal depredador y estos poderes omnímodos que insiste en crear el Hombre! ¡Y qué similar es la historia del ascenso, descenso y extinción de los imperios, con sus capitanes y emperadores!

舉起手來: ¡Arriba las manos!

跪: ¡Arrodíllate!

Agradeciendo a Google, aprovecho de enseñar esas palabras en chino, con todo cariño, a mis bisnietos y sus contemporáneos.