sábado, 26 de febrero de 2011

ANDRÉS RACZ, CINEASTA AMIGO

Andrés Racz

Ha muerto un cineasta en Chile, quizás la mano más fina de nuestro cine nacional: Andrés Racz. Felizmente nos dejó algunas muestras de su sensibilidad artística: tres o cuatro documentales, entre ellos, “Dulce Patria”, “No me amenaces”, etc., y un film de ficción: “Tendida Mirando las Estrellas”, con guión de Damiela Eltit y otros colaboradores.

Andrés, además de haber nacido en Nueva York, vivió allí varios años. En Nueva York estudió cine. Lo conocí cuando regresó al país, incorporado como ayudante de dirección en el último film que me tocó rodar en Chile antes del golpe de Estado: “La Tierra Prometida “.

En los años 70, todavía los chilenos no viajábamos al extranjero, como quien va a comprar pan a la esquina de su casa. De manera que conocer a este joven neoyorkino en medio de los campos de Colchagua – allí se rodaba el film -, y aunque Andrés hablaba perfectamente el español, nos resultaba un poco exótico. Tenía ese no sé qué de “extranjero”. Y además, traía un cierto perfume hippie, que lo hacía singular.

Aunque Andrés, se incorporó a las filas del MIR en Chile, en células que estaban bajo mi dirección, fue en el exterior, durante el exilio, que hicimos amistad.
Andrés Racz, fue un militante intachable en el exterior, cumpliendo difíciles e importantes tareas partidarias. En todas, mostró tanto coraje como otros familiares suyos, quienes también supieron jugarse el pellejo en tareas clandestinas y conspirativas.

Nos vimos un par de veces en La Habana y en otros lugares del mundo, y luego cuando comencé a residir en Montréal, Andrés seguía viviendo en Nueva York. Desde allí, en 1988, Andrés vino a visitarnos a nuestra casa. Estuvo con nosotros quizás hasta tres meses. Necesitaba la calidez de la amistad. Y Bego, mi mujer, y yo, se la brindamos con gran placer.

Nuestras conversaciones eran interminables. Andrés, además, nos indujo a conocer una serie de cineastas norteamericanos, alternativos, que nos entregaron una perspectiva más amplia de esa compleja sociedad norteamericana. Y Andrés y Begoña, gozaban escuchando a sus preferidos Bob Dylan, Joan Baez, etc. Fueron hermosos tres meses, durante los cuales estimulamos a Andrés para que retornara a Chile.

En 1988, a propósito del plebiscito en Chile, se levantó la lista de los últimos 100 exiliados quienes teníamos prohibida la entrada al país. Y en 1989, Andrés, residente ya en Santiago, intentó un proyecto de largo metraje ficción con Ignacio Agüero, cuyo guión había escrito yo mismo. Filmaríamos en los alrededores del lago Caburga.
Andrés Racz, hizo algo que hasta el día de hoy considero ajeno a su carácter. 

Ejerciendo como productor del proyecto Caburga, me invitó a Chile junto a mi mujer. Organizó en Santiago, una recepción para mí, o recibimiento, en el Café-Bar “El Biógrafo”, con asistencia de numerosas personas: artistas, intelectuales, políticos, etc. Luego, viajamos hasta Caburga, recorriendo las posibles locaciones donde rodaríamos el film. Finalmente éste no se rodaría.
Sin embargo lo que me impresiona hasta el presente, es el hecho que Andrés organizó todo aquello. Y me impresiona, porque si algo le faltó a mi amigo en su quehacer cinematográfico, fue precisamente la capacidad para imponerse en el medio, de acuerdo a su singular talento. Bien se sabe que éste, no basta a veces en un medio competitivo.

Como documentalista, Andrés logró filmar y testimoniar la resistencia popular que engendraba el dictador Pinochet, en tiempos en que al sinvergüenza con entorchados, no le temblaba la mandíbula de hiena para matar y hacer desaparecer a sus opositores. Andrés, corrió ese riesgo, y otros muchos más.
Y curiosamente, los documentales de Andrés, siempre tenían una estructura que hacía recordar los elementos de la ficción. Los amigos, se lo hicimos notar varias veces. Sin embargo él, debido a su afán de excelencia, se resistía a intentar un film de ficción.

 
Nelson Villagra en,  Tendida mirando las estrellas un fil de Andrés Racz

Hasta que se atrevió con “Tendida Mirando las Estrellas”. No es el primer cineasta chileno que ha de quedar en los anales de la historia del cine nacional, sin que los espectadores chilenos hayan tenido la capacidad para aquilatar su calidad cinematográfica. 


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En la fotografía Andrés Racz y Begoña Zabala