lunes, 30 de agosto de 2010

¿EL DESORDEN PROCURA EL ORDEN?



Pedro de Valdivia




Me parece que fue un dirigente sindical chileno el que dijo el año pasado, que en Chile las autoridades gubernamentales solamente te hacían caso si provocabas desorden social.


Y es verdad que en mi país se podría escribir una larga lista de hechos, que a través de la historia ratifican lo dicho por ese dirigente.


En el momento actual, por ejemplo, está claro que a los damnificados del terremoto les podrán dar una solución más o menos digna – que nunca la necesaria – precisamente en la medida en que generen un desorden social.


¿Me acusarán de incitador a la violencia por decir esto? ¿O quizás de terrorista?


Sin embargo, cualquiera que se ponga la mano en el pecho sabe que el accidente de los mineros en Chile se repetirá una y otra vez, porque, sobre todo hoy día, “más vale el interés que el amor”, como decía el poeta Víctor Domingo Silva varias décadas atrás. Un discursito por aquí, un “apretón de tuercas” a los dueños de la mina, y mañana seguiremos lamentando y publicitando hipócritamente el próximo accidente.


En cuanto a los mapuche…, ¡vaya!, si las autoridades, prácticamente, están haciendo retroceder la historia, iniciando “una nueva Pacificación de la Araucanía” (genocidio de los mapuche a finales del siglo XIX). Tanto la Concertación, como hoy el gobierno de Piñera, se muestran incapaces de ponerle el cascabel al gato. Porque claro, aquello no tiene otra solución de fondo que la reivindicación territorial que los mapuche exigen, territorios usurpados justamente desde los tiempos de aquella “Pacificación de la Araucanía”.


Pero mientras tanto tendremos que seguir asistiendo a la indiferencia desoladora de las autoridades, de los medios de comunicación más influyentes, y sectores sociales mayoritarios. “Total, son mapuche”. La huelga de hambre que llevan a cabo los 32 mapuche hace ya 49 días, pareciera que no le importan sino a los familiares y pequeños grupos solidarios. Y estos últimos, arriesgando la represión no sólo de la policía sino hasta de la propia justicia. Esta última, ha implantado un método atrabiliario y clasista en la araucanía, dándose el caso que algunos fiscales, sin pruebas contundentes, estigmatizan a diversas personas, sin poder demostrar posteriormente las arbitrarias acusaciones.


Lo dicho: en Chile, señores, nadie te hace caso hasta que armas un desorden social.


Y nuestros gobiernos y poderes fácticos, siguen pensando que es más barato reprimir que solucionar los problemas.