domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS LISTÓCRATAS


Otto Dix

Pobre de mí, por pura curiosidad se me ocurrió leer completo el Informe Global de la Corrupción 2009. Lectura “no recomendada para señoritas”, si es que desean preservar la inocencia. Sobre todo, porque dicho informe es elaborado por seres humanos, y ya se sabe, “errare humanum est”.

En Chile, hace algún tiempo atrás, dicho informe provocó revuelo porque en un par de líneas - y en medio de casi 300 páginas internacionales, a cual de todas más descarnadas -, se mencionaba al señor Piñera – actual candidato a la presidencia por la Coalición por el Cambio -, diciendo que éste se habría aprovechado de “información privilegiada” para echarse al bolsillo unos cuantos dólares extras.

Sin poder afirmar ni negar el hecho que se le imputa a este candidato, ese chanchullo denunciado es una inocentada si la comparamos con las diversas páginas del aludido informe. Inocentada que dejaría de ser tal, claro está, si en Chile hubiera periodistas dedicados seriamente a la investigación en el campo económico, y éstos escarbaran en el conjunto del empresariado chileno y funcionarios de gobierno de derechas, izquierdas y centro, a través de la historia de nuestro país.

En cuyo caso, le aseguro que descubriríamos que en Chile no han sido los aristócratas, ni demócratas, ni plutócratas ni mucho menos los mesócratas, quienes han sacado más beneficios de la masa trabajadora, sino simplemente los “listócratas”. Categoría ésta, que reúne también a un grupo restringido de privilegiados que saben ubicarse transversalmente en los lugares claves de la economía y del aparato público, desde donde operan en el filo de lo semi legal e ilegal, en pos del beneficio propio. Sólo se sabe de ellos – individuos y/o grupos - cuando alguno comete desmanes económicos que suscitan explosiones imposibles de disimular. Dentro de ese estatus hay gran movilidad social porque brotan como las callampas en cada periodo histórico.

Algunos pretenden que los listócratas serían hijos del economista Milton Friedman. ¡Pero qué va!, quienes piensan así son personas que en todo caso confundieron a Milton Friedman con Milton, el autor de “El Paraíso Perdido” (John Milton), quien señala en su obra, al dios mítico Mammón como el padre de los avariciosos. Deidad, denostada también por los evangelistas Lucas y Mateo, que en algunas traducciones de éstos el mencionado Dios aparece como Dinero. Mammón - ¡qué nombrecito! -, finalmente fue tratado y descrito en abundancia durante la Edad Media.

Pero en fin, buscar las raíces de los listócratas, supone retroceder hasta las primeras hordas de la prehistoria (parece ser parte de la condición humana), si bien es cierto que ha habido periodos históricos en que su proliferación ha sido más fulgurante. Como por ejemplo, en nuestro país, Chile, durante el periodo de la dictadura de Pinochet, y en la medida en que se afincaba el modelo neoliberal flamígero, los listócratas aparecieron como gorgoritos en cazuela hirviendo. Y cómo no, si el Jefe de la banda fue uno de los listócratas de marca mayor.

Y digo “uno de los”, porque ya se sabe que los top top fueron los listócratas que auparon al benemérito para que hiciera el trabajo sucio. Así, ellos, pudieron crear la nueva situación social, política y económica en Chile, adueñándose del patrimonio industrial y financiero para reordenar el capital nacional a su favor. Supieron pagarle al benemérito, es cierto. Pero como buenos listócratas, al General de marras sólo le permitieron meter las manos en el sector público, pero no en el privado.

¡Oiga, oiga!, usted no se me haga el inocente como los alemanes respecto del holocausto judío, diciéndose que no conoce a ningún listócrata – aparte de Madoff, por supuesto. Diciéndose, en fin, que no conoce a ningún nuevo enriquecido en nuestro país, por ejemplo. ¿Ah? Y le advierto: no se me ponga pillo calificando de listócrata a su vecino que de la noche a la mañana amaneció con auto nuevo y se fue a comprar ropa a Buenos Aires o a Miami. No, pus, querido lector (a). Ese vecino, si acaso puede ser un listillo, o un listo o un listorro. Es decir, goteo de los listócratas.

Los listócratas de los que yo le hablo, generalmente se encuentran entre algunos empresarios, en los grupos económicos, y en todo sitio en donde haya posibilidad de ganar dinero de verdad. Otros, están entre aquellos que acumulan inmensas fortunas durante el tiempo en que ejercen un cargo público, y logran desviar fraudulentamente esos activos fuera del país hacia cuentas bancarias personales secretas. Unos y otros, son adoradores del becerro de oro.

Y existe un tercer grupo: son aquellos que habiendo ocupado algún puesto clave como funcionario público, cesan en su cargo para pasar automáticamente al sector privado. De lo que se desprende que hay también bastantes políticos entre los listócratas: los que ejercen la política como un negocio. ¿Le suena alguien…?

El Informe Global de la Corrupción 2009, demuestra “los estrechos vínculos que persisten entre las empresas y los gobiernos, tanto en los países en desarrollo como en los industrializados, y la diversidad de conflictos de intereses, y los riesgos cada vez mayores de que el lobby corporativo tenga una influencia desproporcionada”.

El Informe nos dice que las empresas de la India, China y Brasil son consideradas por sus pares entre las más corruptas cuando realizan negocios en el extranjero (¡y hay que ser “harto corruptas”! para ocupar los primeros lugares, entre tanta corrupción).

Quizás en el caso de Chile, el Informe, ejemplifica una vez más quién tiene el poder en nuestro país, que obviamente no es el gobierno sino el sector privado.

Lo siento mucho por algunos idealistas honestos que trabajan en la Concertación, quienes están engañados en dos cosas: piensan que ellos deciden lo que hay que hacer en el país, y peor aún, hay algunos que creen representar el sentir de la izquierda chilena.

Los listócratas de Chile se podrían nombrar uno por uno, con apellido paterno y materno, con número de RUT, nombre de sus empresas, o cargos públicos que ocupan, etc. Pero a mi juicio son tantos, que impedido de señalarlos a todos, terminaría haciendo una lista discriminatoria. Es preferible que cada lector (a) confeccione su propia lista.

Quizás ésta, también le sirva al momento de elegir a su superior en el centro de trabajo, al presidente en la junta de vecinos, a su edil, diputado, senador, o presidente de la república, etc. Utilizando la lista podría determinar quién de ellos es listo, listillo, listorro o listócrata. No quiero decir sinvergüenza, porque esa es una categoría plebeya, según estos prohombres del capital y del poder detrás de las bambalinas.

En el informe de Transparencia 2009, “se estima que tan sólo en los países en vías de desarrollo y en transición, los políticos y funcionarios gubernamentales corruptos reciben sobornos por un total de entre 20.000 y 40.000 millones de dólares por año, lo que equivale aproximadamente al 20% y el 40% de la ayuda oficial al desarrollo. Y lo que es más preocupante, el problema parece estar agravándose”... ¿En qué vía estará nuestro país…?

Amigo lector (a), podría ponerle muchos más botones de muestra señalados en el Informe, todos para parar los pelos. Pero prefiero que sea usted mismo quien lea la novela de intrigas y colusiones si no lo ha hecho.

Ahora bien. Manejando las cifras mencionadas más arriba, ¿se imagina la envidia que deben sentir los monreros chilenos, carteristas y atracadores? Pobres listorros éstos – “carne de presidio” -, que son denostados todos los días por diarios y TV, precisamente por los listócratas, a quienes en definitiva les conviene la existencia de la pobreza y el desencanto, caldo de cultivo de la delincuencia barriobajera. Distraen el foco de atención.

Nuestros delincuentes criollos, por mucho que se afanen – ¡y se afanan cada día más! -, no pasan de ser pobres tontos útiles, que jamás llegarán a ser, por ejemplo, gerentes de una empresa de seguros, o gerentes de una AFP; empresarios de un colegio privado, o de una clínica privada, o pertenecientes al grupo económico que maneja las farmacias. A ninguno de esos delincuentes criollos les da la labia para ser miembros de dos o tres directorios; lobbystas; asesores; analistas, o miembros del parlamento.

Algunos delincuentes, los más capos, pretenden estar dedicados al negocio de “importación y exportaciones”, porque logran traer y luego desviar a diversos mercados algunos kilos de cocaína y otras yerbas. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana, como se dice. Porque el que tiene realmente la manija de todo eso, es el listócrata.

Y éste, no nos equivoquemos, no necesita tener raíces entre los aristócratas chilensis - aunque muchos de estos últimos se han integrado a la nueva cofradía -, ni de otras latitudes. Su gracia consiste en saber cómo, cuándo y dónde pegar el zarpazo que lo monte en su nuevo nivel económico, allí donde se ubican los intocables. Porque el listócrata sabe que una vez en ese nivel, aparte de algún mal rato, nadie lo desmontará de sus dominios. Se siente seguro en esa cofradía ordeñadora de la fuerza de trabajo nacional, sabiéndose fruto directo del modelo chileno, intrínsecamente excluyente...

¿Y qué, amigo lector (a), ya ha comenzado a hacer su lista? Es probable que haya incluido algún candidato chileno a la presidencia de la república en su lista. Bajo su responsabilidad. A mí, que me registren.

Yo sólo me atrevo a recomendarle a todos los listorros que sueñan con pasar a la categoría de listócratas algún día – y en el Chile actual es el sueño de miles - , que lean el “Informe Global de la Corrupción 2009”, completo. Es la autopsia más certera de los mecanismos internos del mundo del poder económico, y una guía excepcional. Los que aspiran a ser listócratas, encontrarán en ese informe una fuente inagotable de inspiración para sus futuros fraudes.

Para los cuales, tengo la triste impresión que, a menos que exijamos una Constituyente, los fraudes económicos y morales contarán siempre con nuestra complicidad implícita, derivada de nuestra pasividad y actitud sumisa de honestos ciudadanos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

PARALELEPÍPEDOS




Cosa que nunca hago, hoy se me ocurrió poner en el computador el primer movimiento de la Sonata en Si menor de Juan Sebastián Bach, mientras comenzaba a leer los titulares de diferentes diarios, entre ellos La Nación de Chile y La Presse, de Montreal, provincia del Québec.

Antes que terminara el movimiento de la Sonata hube de cortarla. Me pareció tan contradictorio - en realidad ofensivo – escuchar tan hermosa música mientras me enteraba que casualmente en ambas naciones, Chile y el Québec, la corrupción de los cuerpos policiales ha llegado al nivel de chiste.

Porque hay que tomar en cuenta que al respecto no estaba leyendo un diario de México, ni de Tailandia, tampoco de Brasil. Ni siquiera eran artículos de historia, por ejemplo, de la policía durante la dictadura de Trujillo en República Dominicana. No. Repito, lo que leí sobre la corrupción y el deterioro de los cuerpos policiales está sucediendo en Chile y el Québec, naciones en las que dichos cuerpos hasta hace unos 40 años atrás gozaban de merecido prestigio.

Aunque al respecto, uno siempre termina pensando que lo que creíamos ayer, se debía a que los medios de información no habían descubierto la veta de oro que significa entrometerse en la deontología que deben observar los cuerpos de servicio público destinados a combatir la delincuencia.

Hoy día seremos menos cultos, dicen unos, pero más informados, dicen otros. Resultado de la ecuación: por eso mismo somos más incultos.

En fin, una de dos, o ayer era cierto que había menos corrupción en los cuerpos policiales, en los tribunales de justicia, en las iglesias, entre empresarios y políticos, etc., o simplemente vivíamos en la inocencia que distorsionaba nuestra percepción, y veíamos a nuestras autoridades como si aún no se hubieran bajado del pedestal de las estatuas.

Los operativos policiales en Chile y el Québec suelen ser espectaculares actualmente, con gran despliegue de fuerzas y difusión pública. En una y otra nación, en cada operativo de este tipo se detiene un mayor número de delincuentes que en el operativo anterior.

Y entonces uno se pregunta, ¿si cada día aumentan las dotaciones policiales y la tecnología detectora, qué es lo que permite el aumento de la delincuencia? El sistema valórico de las sociedades actuales, responderán muchos. Tal vez, en un sentido estratégico, tal vez.

Pero la respuesta se hace más inmediata respecto del aumento de la delincuencia cuando nos informamos que cada día aumenta la colusión, la complicidad entre personeros policiales y delincuentes.

Al respecto, creí que era un chiste cuando leí aquí en La Presse, que a propósito de un amplio operativo que la policía acaba de llevar a efecto en contra de una organización criminal llamada “Hells Angels” (han detenido más de 128 personas y faltan muchos, según las mismas fuentes policiales), nos informan que las autoridades están preocupadas porque han descubierto que dicha organización criminal ha logrado introducir cuantiosos capitales en el mercado legal.

Por favor, señores, si la policía recién se entera de eso, y sin embargo lo sabemos nosotros los simples ciudadanos – incluso yo, inmigrante, desde hace 20 años -, quiere decir que aquí también como sociedad “vamos de culo y cuesta abajo”.

Pero el chiste es todavía más chistoso, porque luego de este gran operativo policial que le han denominado “SharQc”, el diario La Presse informa que “los obreros de la empresa de Marc Saulnier - quien tiene como asociados a miembros de Hells Angels - han construido la futura sede de la Seguridad del Québec (Policía), en la localidad de Mascouche. La Presse, 17/04/09 ».



¿Qué tal? ¿Y cómo se explica eso? Sencillo. La Sociedad Inmobiliaria del Québec es responsable del proyecto de construcción de la sede. Ella, otorga el contrato de construcción a la empresa « Les Coffrages Magma », empresa limpia ante la ley. Pero a continuación ésta, subcontrata a la empresa de Marc Saulnier. De manera que todas las verificaciones legales se le hacen a « Magma », pero no a Saulnier, detrás de quien está Hells Angels. Vous comprenez?



Pero señores, si a la Policía, en definitiva le construye su local una empresa ligada a Hells Angels y la policía no se entera…, ¿qué puedo pensar yo, por inocente que sea? Y sobre todo, ¿qué puedo pensar de los resultados finales de todas estas espectaculares detenciones del operativo SharQc, cuando solamente en los procesos se demorarán años en determinar responsabilidades? Y la pregunta del millón, ¿recibirán sentencia los verdaderos responsables del tráfico tan masivo de drogas y lavado de dineros?



Hace un par de años una escuadra de la Sûreté du Québec tuvo que allanar y detener a otra escuadra - ¡escuadra, no individuos! - del mismo cuerpo, por estar comprometida en tráfico de drogas y protección indebida.



Luego, en Chile. Entre los policías, detectives (tiras se les llama en mi país), se ha creado una verdadera moda de hacerse cómplices de la delincuencia ligada al tráfico de drogas. Y además, llevados a la justicia, los policías se acusan unos con otros, develando una corruptela al interior del servicio mucho peor.



Desconozco en cuánto les habrán aumentado el sueldo a los policías de mi país en estos años de ausencia. Porque antiguamente se les pagaba una miseria. Tan miserable era su paga, que resultaba difícil juzgar al “tira” que salía a la calle a buscarse unos pesos para comprarle leche a la guagua. El detective citaba a un delincuente en una esquina convenida, y lo conminaba a traerle a ese mismo lugar, digamos quince mil pesos - de la época – a las 12 del día.



Pero actualmente, los detectives y carabineros, como dicen hoy en Chile con ese leguaje tan pulcro, “se han ido al chancho”. Los más rascas piden de 200.000 mil pesos (unos 350 dólares) pa´rriba, y los más “car´erraja” no tienen límite. Esos exigen ir “miti mota”.



Todo está tarifado: destruir una declaración, tanto; prevenir ante un futuro allanamiento, tanto, etc.



¿Será capaz el futuro presidente de Chile de romper la trenza del delito, tan intrínseca a la subcultura reinante, en la cual el dinero es el único parámetro del éxito personal?



Verdaderamente, leyendo las noticias sobre la corrupción de los cuerpos policiales de Chile y del Québec, me he acordado del colegio, cuando teníamos que estudiar el famoso paralelepípedo. Como seguramente muchos han olvidado su definición, se las recuerdo, según Wikipedia:
“Un paralelepípedo es un poliedro de seis caras, cada una de las cuales es un paralelogramo, que son paralelas e iguales dos a dos”.



Termino recomendando que cuando quiera escuchar una música de su agrado, no lea noticias ni vea televisión. Rara vez ambos medios nos benefician, regularmente nos envilecen.
Pero, ése, es otro paralelogramo…