jueves, 9 de octubre de 2008

EL REGALO





No siempre he estado en Chile para el estreno de un film en el cual he yo he participado como actor.

Esta vez no sólo estuve para el estreno del film El Regalo (a partir del 2 de octubre en cartelera en los cines de Chile), sino que la Productora “Deliriofilms” de Galaz-Ugalde, me invitó a la promoción. Ello me permitió conocer la reacción de diferentes públicos en la capital y en provincia durante una semana.

No tengo que ser yo el publicista de dicho film ni siquiera los medios de comunicación chilenos. Es el llamado, “boca a boca”, quien está haciendo la propaganda. La película ya recibió el Premio del Público en el Festival Internacional de Valdivia (Chile), como la mejor película del cine chileno en la muestra del mencionado festival. Y los espectadores asisten a los cines a través del país para ver El Regalo con tanto entusiasmo que ya augura un éxito de taquilla.

Por mi parte hacía años que no había recibido el afecto directo del público en las diferentes exhibiciones en el cine Hoyts. Un afecto entusiasta, alegre, emocionante.

Claro, es la primera vez que participo como actor en un film género comedia, y felizmente con un magnífico resultado artístico: la historia, la dirección, fotografía, actuación, etc.

Esta vez, ha sido muy distinto para mí el ánimo, “las vibras” con que se me acercaron los espectadores – jóvenes, maduros y adultos mayores - luego de haber visto una comedia, distinto a aquellas veces cuando habían visto un drama o tragedia.

Es evidente, dirán ustedes, y sí, es evidente. Pero la actitud emocionada de alegría, de optimismo que me transmitieron la multitud de abrazos que me saludaban, para mí fue una sorpresa.

La actitud de los espectadores que me saludaron en El Regalo era casi de agradecimiento por haberlos hecho sentir transportados hacia una ilusión. ¡Ilusión, qué palabra tan en desuso en estos tiempos que corren! Y no obstante al parecer esa es una de las emociones que provoca este film: el espectador sale embargado de ilusión.

Divertirse embargado de ilusión no me dirán ustedes que no es un regalo. Porque claro, ¿quién no se va a divertir pudiendo ver a los padres o abuelos fuera de casa, libres de la pesada carga de tener que servir cotidianamente de parámetros de corrección, pulcritud y ponderación?

Si el amor no tiene edad, El Regalo también nos cuenta que la vida tiene dos fases: en la primera se aprende y la segunda nos sorprende.