jueves, 12 de junio de 2008

VICTOR JARA, te canto porque estás vivo


Sé muy bien que todos hemos perdido amigos en el camino. Ellos también forman parte de lo que somos. Similar a lo que dijo el Ché en algún momento: “de los que van quedando en el camino, también se hace la historia”. Al mismo tiempo, el título de esta crónica hace alusión a un verso de Carlos Puebla, cantándole al comandante Camilo Cienfuegos de la revolución cubana: “te canto, porque estás vivo, Camilo,/ y no porque te hayas muerto…”Sin embargo muchos de los seres que dejaron de existir a nuestro alrededor no necesitaron dejar “huellas históricas en el mundo”, simplemente hicieron historia en nuestros sentimientos.


Quiero decir que más allá de la significación social que pudiera haber alcanzado alguno de nuestros amigos, lo más importante es el signo afectivo que dejaron en nuestro corazón.A mi madre y a más de algún amigo le sostuve la mano mientras agonizaba. Y mi corazón se ha quedado tranquilo. La dictadura de Pinochet no autorizó mi entrada al país para asistir al funeral de mi padre. Me consolé en la idea que mi padre no quiso vivir con una pierna menos, a los 83 años.


He sido parte de varios cortejos fúnebres y he visitado parientes en los cementerios. Guardo parte de las cenizas en mi casa de un maravilloso amigo-suegro, mientras las restantes se lanzaron al mar cantábrico enfrente de su casa. Visité el lugar de un colega y amigo que no “tuvo donde caerse muerto” y lo enterraron en el traspatio del local de SIDARTE allá en Santiago.


Quiero decir, que los seres humanos comenzamos a encontrarnos con la Muerte al mismo tiempo que empezamos a tener consciencia de la Vida. Así, comprendimos tempranamente la cualidad o naturaleza imprevisible de la Muerte, y aunque muchas veces con miedo, nos resignamos ante este hecho natural, ante su insondable misterio.Ya sé, ya sé, me escurro, como el agua… Intento escabullir tu nombre, querido amigo. Se escurre la mirada, el recuerdo. A mucho me he tenido que resignar en la vida, pero aún no me resigno ante la injusticia de la muerte, de esa muerte encarnada en la voluntad asesina…Hace ya 35 años que te torturaron y te asesinaron, Víctor. Y yo no sé por dónde buscarle las vueltas para recordarte. 

Porque se me va la cabeza hacia el tiempo en que tú y yo mirábamos las estrellas aquella noche, esperando ver pasar el primer sputnik. ¿Te acuerdas? ¡Cómo ha cambiado el mundo desde entonces, mi amigo! ¡Tanto, que esta carta recordatoria tengo que escribírtela a una dirección que no puede ser otra que mi propio sentimiento!"Levántate y mira la montaña..."¿Te acuerdas de los cigarritos que nos fumábamos con el "maestro ratón", aquél tractorista, pícaro y payador que arrastraba la máquina trilladora de trigo, de hijuela en hijuela, y que en las noches nos contaba tantas historias llenas de "aparecidos"? Aparecidos, sí, he dicho bien, porque aquéllos eran los hermosos tiempos de los aparecidos!"... tú, que sembraste/ el vuelo de tu alma..."¿Te acuerdas cuando bailabas cueca en los alrededores de El Carmen (Ñuble)? Tu risa era tan llena de dientes que nadie se fijaba en los disparates de tus pies, ¿verdad que sí? Sin embargo, cuando agarrabas la guitarra y comenzabas con aquello de “El Huacho José…”, ¡qué tristeza, amigo mío! ¡Qué soledad!"... tú, que sembraste/ el vuelo de tu alma… "¿Te acuerdas de aquella chicuela morena que te entregó sus perfumes, y tú bebiste en el cuenco de su juventud? Con olor a tierra y a trigo recién engavillado conociste el amor campesino. Con luna o sin luna supieron ambos encontrar el sendero furtivo para contar estrellas.“… tú, que sembraste/ el vuelo de tu alma…”Y años después Joan y tus hijas harían trizas definitivamente tu soledad allá en vuestra casa de Piacenza. 

Con cuánta emoción y orgullo me presentaste a tu familia…¡No fue fácil, Víctor, no fue fácil saber de tu muerte pocos días antes de comenzar la primavera de 1973...! Ni para mí es fácil hoy recordar tu muerte en primavera québécoise, porque eres una herida abierta por donde sangra aún la impunidad..., que nos mancha a todos - tal vez más a nosotros que a tus propios asesinos."... tú, que sembraste/ el vuelo de tu alma… "Aunque tus asesinos materiales aparezcan mañana - quienes merecerían ser comidos por animales carroñeros -, todos sabremos que quienes auparon los fusiles fueron civiles. 
Muchos de esos hoy día se visten de paladines de la democracia.

A pesar de todo, Víctor, corazón de labriego, nadie pudo impedir que a través del arte te convirtieras para tu pueblo y el mundo en un ser tan humano.“ES TANTA LA MARAVILLA/ QUE PUEDE HACER EL HUMANO/ CON SU CABEZA O SUS MANOS/ QUE AL VERLO, EL ALMA EXCITA./ YA PUEDE SER UN ARTISTA/ O PUEDE SER INGENIERO,/ TAMBIÉN PUEDE SER OBRERO,/ QUE DA LO MISMO EL OFICIO/ CUANDO RINDE BENEFICIOS,/ COMO EN LA NOCHE UN LUCERO”. (cuadernos de Merardo)
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